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contestar que las palabras cierra la puerta significan lo que significan, sea cual fuere el significado que yo haya intentado asignarles. Esto no equivale a decir que no puedan imaginarse contextos, dentro de los cuales cierre la puerta adquiera un significado totalmente diverso al normal. Por ejemplo, podrían ser una manera metafórica de decir: Ponga fin a las negociaciones . El significado de esas palabras, o de cualesquiera otras, por ningún concepto es inmutable. Con algún ingenio quizá pudieran inventarse contextos dentro de los cuales significaran mil cosas diferentes. Pero si un ventarrón se mete a mi alcoba y lo único que llevo puesto es un pantalón de baño, su significado probablemente quedaría claro dadas las circunstancias en que se pronuncian, y si no se me enredó la lengua o fui víctima de una distracción inexplicable, sería absurdo asegurar: En realidad quise decir abra la ventana . Este es un caso en el cual, evidentemente, el significado de mis palabras no está determinado por mis intenciones personales y en el cual no puedo decidir sin más ni más que mis palabras signifiquen tal o cual cosa (error cometido por Humpty-Dumpty, el personaje de Alicia en el País de las Maravillas). El significado del lenguaje es una cuestión de carácter social. En un sentido verdadero, el lenguaje pertenece a mi sociedad antes de pertenecerme a mí. Esto es lo que Heidegger entendió y lo que Hans-Georg Gadamer trata extensamente en Verdad y Método. Opina Gadamer que las intenciones del autor nunca agotan el significado de una obra literaria. A medida que la obra pasa de contexto en contexto, cultural o histórico, se pueden extraer de ella nuevos significados quizá nunca previstos ni por el autor ni por el público lector de su época. Hirsch aceptaría esto en un sentido, relegándolo al terreno de la "significación . Para Gadamer, esta inestabilidad forma parte del propio carácter de la obra. Cualquier interpretación debe tomar en cuenta la situación (es, por tanto, situacional); queda modelada y sujeta por los criterios históricos ricamente relativos de una cultura en particular no existe posibilidad de conocer un texto literario tal cual es . Hirsch encuentra desconcertante este escepticismo de la 47 Terry Eagleton Una introducción a la teoría literaria hermenéutica heideggeriana, contra el cual dirige sus movimientos de retaguardia. Según Gadamer, toda interpretación de una obra de otros tiempos consiste en un diálogo entre el pasado y el presente. Ante una de esas obras se escucha su voz, un tanto extraña, con sabia pasividad heideggeriana, permitiéndole cuestionar lo que hoy en día nos interesa o preocupa. Ahora bien, lo que la obra nos diga dependerá del tipo de preguntas que podamos dirigirle desde la favorable posición en que estemos colocados históricamente. También dependerá de nuestra habilidad para reconstruir la pregunta a la que la obra da respuesta , pues la obra es también un diálogo con su propia historia. Toda comprensión es productiva: equivale siempre a comprender de otra manera ; es una realización del potencial del texto en el que se introducen nuevos matices. Sólo a través del pasado se comprende el presente, con el cual forma una continuidad viva. Siempre se ve el pasado desde nuestro punto de vista parcial ubicado en el presente. El hecho de comprender se realiza cuando nuestro horizonte de suposiciones y significados históricos se fusiona con el horizonte dentro del cual se ubica la obra. En ese momento entramos al mundo extraño del artefacto y, al mismo tiempo, lo introducimos a nuestro propio terreno, con lo cual logramos una mejor comprensión de nosotros mismos. Observa Gadamer que en vez de abandonar nuestra casa , regresamos a casa . Resulta difícil ver por qué todo esto le pareció a Hirsch tan desconcertante, cuando, por el contrario, da la impresión de ser demasiado sencillo. Gadamer puede tranquilamente entregar la literatura y así mismo a los vientos de la historia porque esas hojas así dispersas siempre regresan a casa , lo cual sucede porque debajo de toda la historia mana una esencia unificadora que une en silencio el pasado, el presente y el futuro, y que se denomina tradición . Igual que en el caso de T. S. Eliot, todos los textos válidos" pertenecen a esta tradición, la cual habla tanto a través de la obra del pasado que estoy contemplando como a través mío en el acto de contemplación válida . Pasado y presente, sujeto y objeto, lo extraño y lo íntimo quedan en esta forma firmemente unidos entre sí por un Ser que los abarca a todos. A Gadamer no le interesa que nuestras preconcepciones culturales tácitas, es decir, nuestras precomprensiones , puedan dañar la recepción de una obra literaria de otras épocas, pues esas precomprensiones nos llegan como provenientes de la tradición de la cual forma parte la misma obra literaria. El prejuicio, más que un factor negativo, es un factor positivo (Un sueño del Siglo de las Luces -el del conocimiento absolutamente desinteresado nos llevó a la posición moderna que enfrenta prejuicio contra prejuicio ). Los prejuicios creadores al revés de lo que ocurre con los efímeros y deformantes son aquellos que nacen de la tradición y nos ponen en contacto con ella. La autoridad de la tradición unida a una reflexión sobre nosotros mismos separa las preconcepciones legítimas de las que no lo son, del mismo modo que la distancia histórica entre nosotros y una obra de otros tiempos, lejos de crear un obstáculo a la verdadera comprensión, realmente ayuda a la cognición al despojar a la obra de cuanto era de significación pasajera. No estaría por demás preguntar a Gadamer en qué tradición pensó y a quién pertenece. Su teoría se mantiene firme sólo suponiendo enorme suposición- que en efecto existe una sola corriente central en la tradición, que todas las obras válidas participan de ella, que la historia constituye un continuo ininterrumpido, libre de ruptura, contradicción o conflicto decisivos, y que los prejuicios que nosotros (¿quiénes?) hemos heredado de la tradición deben de ser celosamente preservados. Supone, dicho en otra forma, que la historia es un lugar donde nosotros siempre nos hallamos en casa, que la obra del pasado ahondará (en lugar de, pongamos por caso, diezmar) nuestra comprensión actual, y que lo extraño es siempre ocultamente familiar. Se trata, en resumen, de una teoría de la historia excesivamente complaciente, de una proyección hacia el mundo en general de un gran número de puntos de vista para los cuales arte significa principalmente los monumentos clásicos de la rancia tradición alemana. Poco se fija en la historia y en la tradición como fuerzas a la vez liberadoras y opresoras, como territorios desgarrados por conflictos y por el afán de dominio. Para Gadamer la historia no es un campo de lucha, [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ] |
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