X
, Holdstock, Robert M1, Bosque Mitago 

[ Pobierz całość w formacie PDF ]

 Tengo hambre  respondió.
El acento era extra�o. Las palabras, perfectas.
 Est�s aprendiendo mi idioma muy bien  dije, marcando exageradamente el �nfasis
en cada palabra.
Pero eso ya no lo entendió.
Esta vez se preparó el ba�o sin que yo se lo dijera, y chapoteó en el agua fr�a durante
algunos minutos, sin dejar de apretar entre los dedos la pastilla de jabón Lifebuoy.
Hablaba consigo misma y, de vez en cuando, se re�a. Hasta se comió la ensalada de
jamón fr�o que le hab�a preparado.
Pero algo iba mal, algo que mi escasa experiencia me imped�a comprender. Yo le
atra�a, estaba seguro, y tambi�n ten�a la sensación de que me necesitaba. Pero algo la
reten�a.
M�s tarde, por la noche, se dedicó a curiosear por los armarios de las habitaciones en
desuso, y encontró algo de ropa vieja de Christian. Se despojó de la t�nica y se puso una
camisa blanca sin cuello. Abrió los brazos y se echó a re�r.
La camisa le quedaba enorme, le llegaba a medio muslo, y las mangas le colgaban
m�s all� de las manos. Le enroll� los pu�os, y sacudió los brazos como un p�jaro,
mientras re�a, encantada. Luego, volvió al armario y sacó unos pantalones grises de
franela. Con unos alfileres, conseguimos que sólo le llegaran a los tobillos, y atamos el
conjunto a su cintura con el cordón de una bata.
Con aquel estrambótico atuendo, parec�a cómoda. Era como una ni�a perdida en las
ropas de un payaso, pero �cómo iba ella a juzgar tales cosas? Y, sin preocuparse lo m�s
m�nimo por su aspecto, era feliz, Supongo que, en su mente, asociaba el hecho de usar
unas ropas que consideraba m�as, con estar m�s cerca de m�.
Fue una noche c�lida, de ambiente veraniego. A la escasa luz del crep�sculo,
paseamos alrededor de la casa. A Guiwenneth le intrigó la cantidad de robles jóvenes que
rodeaban la casa y crec�an por todo el c�sped, junto al estudio.
Caminó entre los arbolillos inmaduros, pasando las manos sobre la corteza flexible,
dobl�ndolos, solt�ndolos, acariciando las yemas m�s recientes, nacidas durante la nueva
estación. La segu�, concentrado en cómo la brisa vespertina le hinchaba la amplia camisa
y acariciaba aquella cascada incre�ble que era su pelo.
Dio dos vueltas a la casa, caminando casi a paso de marcha. Yo no entend�a el motivo
de tanta actividad, hasta que volvió de nuevo al patio trasero, y contempló el bosque casi
con nostalgia. Dijo algo en un tono que ten�a un extra�o matiz de frustración.
La comprend� al momento.
 Esperas a alguien. Alguien va a venir del bosque para buscarte. �Es eso?
�Esperas a alguien!
Y, al mismo tiempo, se me ocurrió una idea aterradora: �Christian!
Por primera vez me descubr� a m� mismo deseando fervorosamente que Christian no
volviera jam�s. El deseo que me hab�a obsesionado durante meses, su regreso, se invirtió
tan f�cil, tan cruelmente, como f�cil y cruel ser�a destruir una carnada de gatitos. Ya no
me dol�a recordar a mi hermano, ya no le necesitaba, la pena hab�a desaparecido.
Desapareció porque �l buscaba a Guiwenneth, y porque aquella hermosa muchacha,
aquella melancólica ni�a guerrera, quiz� tambi�n le esperase. Hab�a acudido a la casa,
fuera del bosque, para aguardar su regreso, con la certeza de que �l volver�a alg�n d�a a
su extra�a morada.
No era m�a. En absoluto. No era a m� a quien quer�a. Amaba a mi hermano mayor, al
hombre cuya mente la hab�a creado.
Pero aquel momento de reflexiones airadas se vio interrumpido cuando record� la
imagen de Guiwenneth escupiendo en el suelo, y pronunciando el nombre de Christian
con un desprecio amargo. �Era el desprecio de la que ha visto traicionado su afecto? �Un
desprecio que el tiempo hab�a suavizado?
De alguna manera, supe que no. El p�nico pasó. Ella hab�a tenido miedo de Chris, y
aquella violenta reacción contra �l no fue fruto de un amor despechado.
Volvimos a la casa y nos sentamos junto a la mesa. Guiwenneth me habló y me miró,
vehemente, al tiempo que se tocaba el pecho y mov�a las manos para ilustrar los
pensamientos que se ocultaban bajo las extra�as palabras. Durante el monólogo, utilizó
vocablos de mi idioma con una frecuencia sorprendente, pero segu� sin comprender qu�
me dec�a. Pronto, su rostro reflejó una mezcla de cansancio y frustración. Esbozó una
sonrisa algo triste al comprender que las palabras eran in�tiles. Hizo una se�al,
indic�ndome que yo le hablara a ella.
Durante una hora, le cont� cosas sobre mi infancia, sobre la familia que hab�a vivido en
Refugio del Roble, sobre la guerra, y sobre mi primer amor. Durante todo el rato, ilustr� la
conversación con gestos, exagerando abrazos imaginarios, disparando pistolas
inexistentes, haciendo caminar mis dedos sobre la mesa, persiguiendo mi mano izquierda
y, por �ltimo, atrap�ndola e ilustrando un primer beso tentativo. Era puro Chaplin.
Guiwenneth sonrió y rió a carcajadas, hizo comentarios, dejó escapar sonidos de
aprobación, de sorpresa, de incredulidad...
Y, as�, nos comunicamos a un nivel que estaba m�s all� de las palabras. Creo que
entendió todo lo que le cont�, y ahora conoc�a mi vida interior a grandes rasgos.
Pareció intrigada cuando le habl� de la infancia de Christian, pero adoptó una
expresión solemne cuando le cont� cómo hab�a desaparecido en el bosque.
 �Comprendes lo que te digo?  le pregunt� por fin. Sonrió y se encogió de hombros.
 Entiendo hablar. Un poco. T� hablar. Yo hablar. Un poco.  Se encogió de hombros
otra vez . En bosque. Hablar...
Flexionó los dedos, tratando de explicar un concepto dif�cil.
 �Muchos? �Muchos idiomas? [ Pobierz całość w formacie PDF ]
  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • modemgsm.keep.pl
  • Drogi użytkowniku!

    W trosce o komfort korzystania z naszego serwisu chcemy dostarczać Ci coraz lepsze usługi. By móc to robić prosimy, abyś wyraził zgodę na dopasowanie treści marketingowych do Twoich zachowań w serwisie. Zgoda ta pozwoli nam częściowo finansować rozwój świadczonych usług.

    Pamiętaj, że dbamy o Twoją prywatność. Nie zwiększamy zakresu naszych uprawnień bez Twojej zgody. Zadbamy również o bezpieczeństwo Twoich danych. Wyrażoną zgodę możesz cofnąć w każdej chwili.

     Tak, zgadzam się na nadanie mi "cookie" i korzystanie z danych przez Administratora Serwisu i jego partnerów w celu dopasowania treści do moich potrzeb. Przeczytałem(am) Politykę prywatności. Rozumiem ją i akceptuję.

     Tak, zgadzam się na przetwarzanie moich danych osobowych przez Administratora Serwisu i jego partnerów w celu personalizowania wyświetlanych mi reklam i dostosowania do mnie prezentowanych treści marketingowych. Przeczytałem(am) Politykę prywatności. Rozumiem ją i akceptuję.

    Wyrażenie powyższych zgód jest dobrowolne i możesz je w dowolnym momencie wycofać poprzez opcję: "Twoje zgody", dostępnej w prawym, dolnym rogu strony lub poprzez usunięcie "cookies" w swojej przeglądarce dla powyżej strony, z tym, że wycofanie zgody nie będzie miało wpływu na zgodność z prawem przetwarzania na podstawie zgody, przed jej wycofaniem.